Si estoy escribiendo sobre los amores efímeros es justamente porque me acordé de este en concreto, y no podía pasar sin materializarlo.
El chico de la boina y las patillas, el que escondía su rostro bajo una braga en las crudas mañanas conquenses. El de las cejas pobladas y mirada rebelde. Ese al que cada mañana veía de camino al Instituto y al que echaba en falta si no aparecía enfrente mía. Ese al que miraba con descaro y al que preferiría no haber conocido. Ese al que le gustaba Franz Ferdinand y Arctic Monkeys.
Y que le haya recordado después de tanto tiempo...
El chico de la boina y las patillas, el que escondía su rostro bajo una braga en las crudas mañanas conquenses. El de las cejas pobladas y mirada rebelde. Ese al que cada mañana veía de camino al Instituto y al que echaba en falta si no aparecía enfrente mía. Ese al que miraba con descaro y al que preferiría no haber conocido. Ese al que le gustaba Franz Ferdinand y Arctic Monkeys.
Y que le haya recordado después de tanto tiempo...
- Amor de Puerta de Valencia.
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