Imagen portada

Imagen portada

sábado, 4 de abril de 2020

Necesitaba esta estabilidad económica, que permitiera mi emancipación real y no a medias, sentirme realizada y autosuficiente. Una situación que fortalecería mi estado emocional, la confianza en mí misma. Creía que la había alcanzado, que estaba disfrutando de ese equilibrio que anhelaba, de independencia en todos los sentidos, de haber salido del cascaron y del nido. 
Y acto seguido, he mirado a mi alrededor y me he encontrado enlatada, de nuevo, en una habitación de apenas 10 m², con decenas de dudas temerosas bajo la cama y empolvadas, ya algunas, sobre los huecos libres de la estantería. He tirado del cabo y he encontrado inseguridades, limitaciones, desidia. Ahogada bajo un techo que condensa mi respiración y crea grietas en mi confianza. He visto colgado mi coraje en el perchero junto a las chaquetas, y permitido que la tolerancia se tornase en conformismo, en silencio cuando debería haber gritado, en anteponer las necesidades de otras personas a las mías y amoldarme a lo que quedaba, intentando no dañar. En fin, a no valorarme y no creer que merezco más. Creía que me conocía, y me veo sentada sobre la cama, escribiendo en el portátil sobre lo irreconocible.