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domingo, 25 de septiembre de 2016

Límites

¿Hay algo peor que ponerse límites a uno mismo? Sí, ponérselos a los demás.
No me gusta limitar a nadie; si yo no quiero hacer algo no lo hago y punto, pero tú eres libre de hacerlo si lo deseas. Incluso te ofrezco mi mano, mi apoyo absoluto para que siempre tengas la certeza de que hay alguien que te acompañará en ese momento, pase lo que pase.

Siempre he pensado así. Me necesitas, estoy a tu lado. Disponible únicamente para personas especiales. Pero hay veces que se va de las manos. Que el apoyo incondicional puede llegar a molestar e incluso a ser doloroso cuando has prometido estar ahí, y ves que las cosas se tuercen.

Conoces el contenido y los posibles desenlaces y acontecimientos que pueden llegar a producirse al tomar esa decisión, pero las personas somos libres y si las amas debes dejar que crezcan y vuelen lo más alto posible, que aflore esa luz cegadora que te deslumbró la primera vez que las viste para que no sólo tú puedas contemplarla.

Aunque, para ello, sé que lo pasaré mal y lloraré, sé que llegaré hasta el límite (ese que aún desconozco) y quizás quiebre en el intento de "estar ahí", sé que tendré que plantearme la incondicionalidad de mi promesa, que las cartas se pondrán sobre la mesa y habrá que tomar una decisión que, finalmente, limitará a uno de los dos.

Amar significa no tener que decir nunca lo siento...