Imagen portada

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lunes, 31 de enero de 2011


De mayor quiero ser sirena y solo tener que preocuparme de no caer en las redes de nadie...

martes, 25 de enero de 2011


Papeles,

hojas sueltas,

blancas como una nube,

rebosantes de palabras,

de sabiduria,

de filosofía barata,

de dibujos..


Cartas de primavera,

olas de cariño,

cabecitas locas,

viajes a Marte,

miradas eléctricas..


No sé estar enomorada si no es contigo

jueves, 20 de enero de 2011

miércoles, 19 de enero de 2011

No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes

He pasado varios años buscando algo que tenía ante mis narices y cuando me he dado cuenta ya no estaba ahí esperando con el entusiasmo de siempre.
No solo lo he perdido, sino que no puedo decir que algún día lo tuve. Y es tarde, quizás no mucho pero lo suficiente para decir que es tarde. Que sus ojos ya no me miran, miran hacia otro lado. Que nada es lo mismo. Que el silencio es nuestra conversación. Ni muh. Y claro que me afecta, no es lo normal y cuando algo cambia surge algo nuevo, distinto y en mí ha producido ese sentimiento de pérdida total. Un vacío que antes llenaban sus palabras. Será porque aun es reciente. Pienso y pienso pero no hay perro fiel. Intento recordar si en algún momento insinuó algo, si lo dijo abiertamente, pero no hay nada. No soy adivina. Lo siento.
Recuerdo que te hablé de mis rayadas, mi pequeña manía de ponerle nombre a todo, de mis dos mitades y tú me sonreíste y me dijiste algo que no recuerdo.
Se me da bien escuchar.
Sí, es una invitación para que me lo cuentes.

Estaré atenta.
Esta vez sí.

martes, 18 de enero de 2011

Un poco de nada

Hace tiempo que quería hablar de nada en particular, pero de todo en general. Empezar o terminar un día en el blog hablando de nada pero escribiendo de todo.
Estar sola en una habitación y no pensar en nada, disfrutar del cielo nublado reflejado en la televisión apagada, la persiana a medio subir y la manta sobre el sofá.
Escuchar el sonido de las teclas mientras escribo esto y el repetido tecleo al borrar las palabras que he escrito mal y/o las que no he querido dejar.
La música de fondo de Eli.
El rugir del motor del coche que no permite que escuche más allá de él. No sabe aparcar. Ya ha apagado el motor y ha cerrado la puerta. Por fin.
Tengo sueño, me pesan los párpados, pero me gusta el sonido de las teclas e intento no apartar la vista de la pantalla.
Respiro el ácido aroma del limón del ambientador, y escucho una carcajada masculina.
Las manos no me responden y los párpados permanecen más tiempo cerrados que semi abiertos.
Necesito dormir.
Solo una cabezadita.
Solo una.
Una.

Símil de la Vida y la Ducha

Esta mañana, mientras estaba duchándome se me ha ocurrido algo. Otra comparación interesante sobre el proceso desde la ducha hasta mi habitación y la vida.
Es normal asustarse, yo también me tendría miedo a mi misma si no me conociera. Normalmente, me despierta Billy Talent en la alarma del móvil, lo apago y me quedo zombi durante 5 minutos, filosofando sobre cosas de la vida que, estando en mis cabales, no pensaría.


Hoy me ha tocado pensar en la ducha (demasiado temprano + no desayuno = filosofada total) y he llegado a la conclusión de que la acción de ducharme, secarme y llegar a mi habitación es como la vida misma.
Mientras te duchas estas calentita, protegida como en el útero de tu madre, de repente sientes que tienes que salir de ese lugar acogedor, ya sea porque tienes que ir a trabajar, clases, exámenes... como el bebé que se encuentra en el útero siente que debe salir (algunos nos agarramos a la ducha/útero con uñas dientes).
Sales y sientes el frío sobre tu piel húmeda y lo único que te reconforta es tener la toalla cubriéndote del frío, la toalla serían los papis. Cuando ya estás preparada para salir del baño totalmente seca, te colocas la toalla alrededor y sigues el camino hacia tu habitación con los obstáculos que encuentras por el camino (sillas, puertas, mesitas...) como cuando eres pequeño y, a cada paso que das, están tus padres detrás para enseñarte los valores y principios, a ser "mayor", para levantarte cuando has caído.


Hasta que llega el cambio, llegas a tu habitación, dejas la toalla sobre la cama y comienzas a vestirte poco a poco, como cuando ya eres mayor de edad y dejas tu familia para ir a vivir a otro lugar sola o acompañada, para hacer tu propia vida cerca o lejos de tu familia, porque es la hora de formar tu familia, de independizarte, de ser la dueña de tu vida y solucionar tus propios problemas tu misma, porque la experiencia te ha enseñado que siempre se solucionan y que la vida puede ir todo lo rápida que tu quieras, que eres la reina de tu mundo y de tu destino, y que solo tu puedes elegir la forma de vivir y encontrar la felicidad, de volar y sonreir, de llorar, de sufrir, de luchar por lo que quieres, de amar...