Esos amores muy fugaces con los que compartes uno o varios viajes, largos o cortos. Ese con el que compartes mañanas y tardes hacia la Universidad, y que, con el tiempo, comenzáis a saludaros. Esos otros con los que compartes el camino de regreso a casa o de vuelta al lugar donde trabajas o estudias. Esos a los que buscas con vehemencia hasta cruzar una mirada cada vez que subes a uno. Esos con los que, después de años, vuelves a cruzar la mirada y recuerdas hasta el más mínimo detalle de su sonrisa antes de que vuelva a sonreírte.
Esos amores que no lo serán, pero te alegran el momento. Álvaro fue uno de ellos.
- Amores de autobús.
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