Eran antítesis, distintos a simple vista, pero con parecidos incuestionables según decían aquellas que conocían bien a ambos. Aún así, rompieron los esquemas de aquellos que no lo esperaban, pero la presión pudo con estas dos mentes jóvenes. Sin embargo, el sentimiento que les unía era fuerte, pues ambos estuvieron en los pensamientos del otro durante años.
No importaban su primavera temprana ni su otoño tardío, sabían que aquel no sería su final, sólo un "hasta que el tiempo sea el apropiado".
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Y es que, a veces, se cruzan dos ríos y se vuelven uno. Y la corriente es tan fuerte que rompe sus márgenes, se desborda y es tan bella la imagen que resulta difícil dejar de mirar.
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