Él, a parte de sus otras cualidades y defectos, es una persona práctica.
Recuerdo que cuando estaba cerca, y con cerca me refiero a estar en la misma provincia, tanteaba el terreno y me avisaba para quedar. Pero ahora que el vernos es algo más difícil, ha decidido que no merece la pena gastar energías en este tema.
También recuerdo que, cuando él creía que aún eran posibles las segundas oportunidades y además estaba cerca, estaba más atento y, a menudo, me hablaba con cualquier excusa. Ahora que está más lejos, ¿para qué gastar energías en conservar una amistad que ambos sabemos que no podría llegar a más?
Su realismo es el que nos salvará de las conversaciones intrascendentes y efímeras. Era bonito cuando podíamos hablar de todo y de nada sin sentirnos incómodos u obligados a responder, cuando el bromear nos salía natural y el tiempo no importaba.
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