Desde que era bastante pequeña me han gustado los autobuses, porque ver un bus parado enfrente del colegio significaba diversión, y porque me recuerda al traqueteo del carrito de un bebé mientras su madre le pasea y suele relajarles, pero como ya no tengo edad para subir en ellos... monto en bus.
Más tarde, el bus pasaba por los pueblos a recogernos para ir al instituto. Esos viajes eran cortos y no me daba tiempo a cuestionarlo todo. Hace casi dos años que me desplazo a Cuenca para estudiar Trabajo Social, y la espera durante el trayecto es lo que más me gusta. Los paisajes manchegos, especialmente en primavera, son sorprendentes. Durante el trayecto es cuando tengo tiempo para pensar, para leer, dormir, soñar despierta, inspirar ese olor característico de los autobuses.. :S es cuando realmente dispongo de unas horas para mí.
Me apasiona viajar, ya sean viajes cortos, o cuando voy a Madrid, a Alicante... descubrir lugares nuevos, encontrar en cada sitio algo que recordar, algo personal. Y como no, deambular por los lugares más visitados durante siglos e imaginar que vivimos en esa época, o también buscar los detalles que, es posible, hayan pasado inadvertidos para el resto de los visitantes y, mostrando nuestro lado egoísta, guardarlos para nosotros como la edad de los que rebasan los treinta.
Siempre he pensado que mi memoria es suficiente para recordar un lugar y todas las emociones vividas allí, que las fotos son prescindibles y que si quieres ver ese lugar, que no sea por fotos, lo bonito es descubrirlo nosotros mismos cuantas veces sea posible.
Ahora me doy cuenta de que los mejores sitios por los que alguna vez he pasado ya no están en mi mente. El olvido me la ha jugado. Los ha capturado y al recuerdo le es imposible penetrar en la oscuridad.
Parajes que significaron mucho para mí, o simplemente que me emocionaron, que me sentía afortunada y orgullosa de poder contemplarlos, ya ahora soy incapaz de recordar.
Las fotografías no siempre pueden captar la belleza tal y como la observamos, pero son un buen medio para acordarnos de todo y poder llevar esas experiencias y lugares en nuestro corazón sin temor al olvido.
Yo prefiero viajar en coche, es más relajante. Pero es cierto que ver el paisaje siempre es bonito e interesante es la espera hasta llegar a tu destino. Estirar las piernas aspirando el aire siempre es una pequeño regalo que te da el viaje. Sigue viajando por tu vida.
ResponderEliminar