¿Hay algo peor que ponerse límites a uno mismo? Sí, ponérselos a los demás.
No me
gusta limitar a nadie; si yo no quiero hacer algo no lo hago y punto, pero tú
eres libre de hacerlo si lo deseas. Incluso te ofrezco mi mano, mi apoyo
absoluto para que siempre tengas la certeza de que hay alguien que te
acompañará en ese momento, pase lo que pase.
Siempre
he pensado así. Me necesitas, estoy a tu lado. Disponible únicamente para
personas especiales. Pero hay veces que se va de las manos. Que el apoyo
incondicional puede llegar a molestar e incluso a ser doloroso cuando has
prometido estar ahí, y ves que las cosas se tuercen.
Conoces
el contenido y los posibles desenlaces y acontecimientos que pueden llegar a producirse
al tomar esa decisión, pero las personas somos libres y si las amas debes dejar
que crezcan y vuelen lo más alto posible, que aflore esa luz cegadora que te
deslumbró la primera vez que las viste para que no sólo tú puedas contemplarla.
Aunque,
para ello, sé que lo pasaré mal y lloraré, sé que llegaré hasta el límite (ese
que aún desconozco) y quizás quiebre en el intento de "estar ahí", sé
que tendré que plantearme la incondicionalidad de mi promesa, que las cartas se
pondrán sobre la mesa y habrá que tomar una decisión que, finalmente, limitará
a uno de los dos.
Amar significa no tener que decir nunca lo siento...
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