A veces sabemos, de una
forma muy intuitiva, que lo que tenemos delante es lo que queremos, que reúne
ciertas cualidades que deseamos sólo con escuchar historias durante casi dos
horas.
Entonces, automáticamente, caemos en la cuenta de que algo hemos hecho
mal si después de tanto tiempo sólo hemos visto esos rasgos en esa ocasión y
hemos dejado pasar la gran oportunidad para contar historias también, aun sabiendo que son muy diferentes a las nuestras.
Sobre
todo cuando voluntaria y conscientemente hemos optado por mantener una actitud
distante e indiferente hacia esas historias, desestimando lo que tenemos
delante y sabiendo que por dentro nos morimos por ellas.
Increíble la estupidez
humana y la mía.
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